A Toni Saigi no le interesa la fama ni llenar estadios, prefiere la cercanía de los clubs de Jazz, donde cada noche se vive algo distinto a la anterior. Hoy, hemos quedado con él para que nos hable de su música y nos explique su visión sobre este género y la escena barcelonesa.

 

¿Qué es el Jazz para ti?

El jazz es la forma que he encontrado en la música de poder expresarme como yo quiero. No es tanto que a mí me guste el jazz sino que es la música que me dice: ‘¡ey! puedes improvisar tanto como quieras, puedes decir lo que tú quieras’. Cada uno descubre su forma de expresión en la música, hay gente que no necesita improvisar tanto o a la que le gusta tanto un tipo de música que no puede tocar otra cosa pero en mi caso no es así. Sólo necesitaba un estilo en el que poder hacer siempre lo que quiero y ha dado la casualidad de que a la gente le gusta.

Si no hubiera conseguido que a la gente también le gustara, pues entonces quizás pasaría del jazz.

 

¿Se puede innovar en el Jazz o está todo hecho? ¿Hay barreras dentro del género que no se pueden traspasar?

Siempre se puede innovar porque cada persona tiene algo que decir y cada opinión será diferente. Que el estilo innove, ya es otra cosa. El jazz es algo que ya se ha creado, es de las músicas que más se han modificado y que más apellidos se le han puesto detrás: jazz-funk, jazz-latin, jazz-nosequé. Yo creo que se ha probado mucho todo y ahora lo que debemos hacer es conseguir que esta música no muera y seguir llevándola a sitios interesantes, que la toquemos bien y la respetemos.

Sobre el tema de los límites, entre los músicos tenemos una jerga y a algunas personas las llamamos ‘la policía del jazz‘. Hay gente muy purista que enseguida te dice que lo que tocas no es jazz. Pero al final, si toco este estilo es porque no hay barreras, porque puedo tocar como yo quiera. Siempre se parte de los standards pero, a partir de ahí, dependerá de con quién toques, de cómo estés ese día, de qué quieras expresar. Es fantástico, diría que no hay problema siempre que tengas respeto por lo que significa esta música y su tradición. Primero debe entenderse el pasado y escuchar.

 

¿Cómo definirías tu trabajo?

De entrada diría que yo no trabajo, esto es algo que me enseñó mi padre cuando llegaba con una sonrisa por la noche y encima sacaba algún billete del bolsillo y yo no entendía nada. Yo quería hacer lo mismo, estar contento y encima ganar dinero.

Me he dedicado muchos años a ser sideman, acompañar a otros músicos. Siempre me han llamado porque les gusta mi forma de ver la música dentro de otros proyectos. Y, aparte, también tengo mi proyecto principal que es ‘Tronik’.

Hace ya unos 6 años, empecé a componer sin pensar en nada y un día me imaginé con un grupo. Me vinieron tres nombres a la cabeza que fueron Jaume Ferrer en el saxo, Carlos Falanga en la batería y Marc Cuevas en el contrabajo. Quedé un día con ellos, tocamos los temas y todo sonó como yo lo había imaginado. Fue increíble.

A partir de ahí siempre ha sido así. He tenido épocas en que he estado más contento o menos y depende de cómo esté me salen composiciones o no, pero cuando vuelvo a tener 8 o 9 temas les llamo y grabamos y así vamos haciendo.

 

 

¿Has trabajado de esa misma forma en este disco? ¿Qué lo diferencia de los demás?

Claro, justo me planteaba esto. Con lo primero sabes que, hagas lo que hagas, es algo nuevo. Realmente, el segundo tiene una línea super continuada, además ahora tengo nuevos temas y haremos el tercero. Siempre seguimos la misma fórmula con la diferencia que del primero al segundo ya hacíamos conciertos. Hay temas del segundo disco que ya los tocábamos en directo antes de grabar y llegan con mayor bagaje.

 

¿Qué referentes marcan tu música?

De entrada, y esto lo llevo en la sangre y en el corazón, mi padre y mi hermano. Por más que toquemos estilos diferentes, los tres estamos conectados. Para mí eso es lo básico y lo que ha hecho que las cosas vayan bien. Todos los músicos nos dicen a los tres que se divierten mucho tocando con nosotros y tenemos eso en común. 

Por otro lado, cuando empecé a componer y a hacer bolos, me decían que me parecía mucho a Thelonious Monk. Yo no lo entendía porque era un músico que apenas había escuchado y que no me gustaba. A partir de ahí, lo empecé a escuchar de otra forma y me di cuenta de que éramos muy parecidos. Empezó a enamorarme y sentí una conexión. Él murió hace años, pero me siento conectado a él.

Y aparte de eso, debo reconocer que no escucho música. Me gusta escuchar música con gente, me vuelve loco pero si estoy solo lo hago como obligación. Sé que como músico tengo que enriquecerme y por eso lo hago pero me cuesta. Soy más de tocar.

 

 

¿Qué es para ti el éxito? ¿A dónde quieres llegar?

Cuando yo tenía veinte años, admiraba a algunos músicos y me decía a mí mismo: ‘¿te imaginas que un día me llaman para tocar con ellos y que encima se lo pasan bien conmigo y yo con ellos?’ Para mí esto era el éxito. Ahora esto ha pasado y estoy muy contento. 

El éxito para mí también es poder tocar siempre, o sea hacer bolos de mi estilo y poder estar en primera línea y que la gente quiera contar conmigo. Por el momento se está cumpliendo, pero quiero que sea hasta la muerte, hasta los 85 años o, esperemos, los 120 (ríe).

Y otro éxito también sería que a la gente le gusten los discos que hago. Nunca relaciono el éxito con la fama o algo similar. Si hubiera sido así, me hubiera salido de dentro tocar otro estilo. Si arrasas con el jazz y llegas a muchísima gente, significa que algo no estás haciendo bien.

 

¿No crees que el jazz pueda tocarse en un estadio de fútbol y pueda ser masivo?

Cuando dicen que el jazz es música minoritaria es  porque,  cuando tocas en un club de dos metros cuadrados, donde te ven cinco personas muy cerca de ti y sabes que escuchan cada una de las notas es cuando mejor te sientes y cuando todo parece tener más sentido. Luego tocas es una sala grande y, por mucho que esté muy bien amplificada, no pasa lo mismo. Estamos autocondenados.

Lo ideal sería que le gustara a mucha gente y tocar en un club todas las noches y que la gente se pelease por poder entrar (ríe).

 

¿Cuál es el ambiente del Jazz en Barcelona?

Después de la pandemia, a la gente joven le ha interesado venir pero, por lo general, el público es gente mayor. Eso sí, cuando he llevado a amigos a un bolo o las personas que, por lo que sea, se han acercado, siempre salen encantados.

Cuando tocas en clubs de aquí, en Barcelona y no tanto en festivales, como en bar ‘Robadors’ sí que viene gente joven. Allí siempre ocurren cosas nuevas.

En relación a los músicos, es un mundo pequeño y nos conocemos todos. Las jam sessions nos juntan muchísimo y siempre coincidimos ahí. Todos somos, más o menos, colegas y hay muy buen rollo. Antes, en el jazz, había más competición y, con esta última generación, esto ha cambiado radicalmente. Los músicos que no quisieron cambiar han desaparecido. Ahora, hay una comunidad muy bonita. Aunque tengamos fama de elitistas, cada vez hay gente con el corazón enorme.

 

¿Qué tema de los que has hecho tú, te representa más en el momento actual?

Pues lo que más me representa es lo último que he hecho, que se llama ‘W’. Mi música va totalmente ligada a mi vida siempre expreso lo que siento en el momento. ‘W’ va por Wara, que es la chica que me ha hecho explotar el cerebro.

Es un tema importante porque llevaba unos años sin componer porque siempre necesito un motivo, tiene que ocurrir algo.

 

 

¿Qué es para ti BSO?

Para mi BSO es una familia. Tengo a mi familia que es mi madre, mi padre y mi hermano y otra familia anexa que es BSO, siempre ha sido eso. Es algo que siempre he admirado y respetado muchísimo y cada vez que vengo aquí me siento como si hubiera estado en un sitio entrenando durante 10 años.

 

¿Dónde te podemos ver?

Estaremos en la sala Soda mañana 22 de julio. Además, también en Soda, abrimos la jam de Jazz todos los jueves a las 22:30

 

Texto: Mar Pons